Guión: Brent Hanley.
Protagonistas: Bill Paxton, Matthew MacConaughey, (...).
Duración: 100 min.
Género: Terror, Suspense, Thriller.
Año: 2002.
Esta película, ni es nueva, ni tuvo mucha repercusión en su día dentro de nuestras fronteras. Para mí, de hecho, era una total desconocida. Ocurre que no hace mucho tuve un rato libre para verla y, llevado por unas críticas discretas (últimamente ya no me pongo a ver una película de buenas a primeras sin leer algunas críticas antes por temor a perder un valioso tiempo), decidí concederle una oportunidad pese a que no me gustan mucho los papeles habituales que suele hacer el guaperas de McConaughey (ex-Pene). De forma que, cuando terminé de digerirla, quedé bastante satisfecho, y en mis reflexiones subsecuentes me pregunté porque no había obtenido algo más de repercusión. Frailty es una buena película, modesta, eso sí, pero ¿desde cuando lo cortés quita lo valiente? Fue la primera película de su director (el también actor, Bill Paxton), y creo que ha sido un inmejorable comienzo. Tras el salto, mi opinión.
Con un presupuesto de serie B y sin gran derroche de efectos especiales, la película cuenta de una forma digna y sobria la historia de dos hermanos a los que, un buen día, su padre les da una noticia que cambiará sus vidas: acaba de recibir una visión de Dios, y en esa visión un ángel le ha pedido que mate a una serie de personas (él las llamará demonios). La noticia, que el padre cuenta a sus hijos con una frialdad y el desapego propios de las personas poco cuerdas, cambiará, como no podía ser de otra forma, las vidas de los muchachos, de forma tal que la película girará entorno a la relación de ambos hermanos con su padre.
Hay buenas escenas, de esas que ponen los pelos de punta, y aunque a veces se echa de menos algo más de movimiento de cámara, la historia se desarrolla con un ritmo correcto y en ningún momento molesta la dirección. En ese aspecto, me recuerda a esos tipos de la vieja escuela, como Clint Eastwood, por ejemplo, que tienen una buena historia entre manos y dejan que sea ella la que protagonice el espectáculo, y no al revés. Por desgracia, últimamente no es esto lo habitual, y a veces salimos del cine con ganas de vomitar las palomitas en el primer rincón que encontremos. Los actores no desentonan. McConaughey está un poco pétreo y a Paxton se le nota que no es muy brillante, pero ambos cumplen (al igual que los muchachos) con sus personajes sin demasiados inconvenientes, hasta llegar a un final que deja un buen sabor de boca y que resulta sorprendente.
En definitiva, una buena película que agradará a todo aquel que se acerque a ella con humildes expectativas (como yo), y que, sin aspavientos ni derroches, cumple con su función principal: contar una historia con regusto clásico, que nos haga evadirnos de principio a fin. Te invito a que pruebes la experiencia.
Con un presupuesto de serie B y sin gran derroche de efectos especiales, la película cuenta de una forma digna y sobria la historia de dos hermanos a los que, un buen día, su padre les da una noticia que cambiará sus vidas: acaba de recibir una visión de Dios, y en esa visión un ángel le ha pedido que mate a una serie de personas (él las llamará demonios). La noticia, que el padre cuenta a sus hijos con una frialdad y el desapego propios de las personas poco cuerdas, cambiará, como no podía ser de otra forma, las vidas de los muchachos, de forma tal que la película girará entorno a la relación de ambos hermanos con su padre.
Hay buenas escenas, de esas que ponen los pelos de punta, y aunque a veces se echa de menos algo más de movimiento de cámara, la historia se desarrolla con un ritmo correcto y en ningún momento molesta la dirección. En ese aspecto, me recuerda a esos tipos de la vieja escuela, como Clint Eastwood, por ejemplo, que tienen una buena historia entre manos y dejan que sea ella la que protagonice el espectáculo, y no al revés. Por desgracia, últimamente no es esto lo habitual, y a veces salimos del cine con ganas de vomitar las palomitas en el primer rincón que encontremos. Los actores no desentonan. McConaughey está un poco pétreo y a Paxton se le nota que no es muy brillante, pero ambos cumplen (al igual que los muchachos) con sus personajes sin demasiados inconvenientes, hasta llegar a un final que deja un buen sabor de boca y que resulta sorprendente.
En definitiva, una buena película que agradará a todo aquel que se acerque a ella con humildes expectativas (como yo), y que, sin aspavientos ni derroches, cumple con su función principal: contar una historia con regusto clásico, que nos haga evadirnos de principio a fin. Te invito a que pruebes la experiencia.
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