14 noviembre, 2010

Interpol en Madrid.


Ayer el grupo de rock alternativo, o indie, o underground, o retro revival, o post-punk revival (elegir una categoría o varias va a gusto del consumidor) Interpol, pasó por Madrid llenando el Palacio de Vistalegre en una cita indispensable para los que estamos subscritos a la música de esta banda neoyorquina. Antes de comenzar he de decir que, aunque no soy un fanático de la banda, si me gustan muchas de sus canciones aunque otras no tanto. Su discografía, en mi opinión, me parece algo desigual. Por supuesto, no tenía porqué ser trigo todo el campo para asistir a su espectáculo y disfrutarlo, y allá que fui. La sensación general que me dejó fue bastante buena. Pero empecemos por el principio.

Llegué a Vistalegre alrededor de las 9 de la noche, cuando el concierto estaba programado para empezar a las 9 y cuarto. Se me cayó el alma a los pies al ver que la fila iba de la entrada sur a la norte (es decir, daba media vuelta al recinto). Menos mal que la gente con la que iba ya llevaba rato puesta a la cola y pudieron hacerme un hueco entre ellos... De cualquier forma, la transición fue rápida y nadie tuvo que esperar demasiado para entrar. Al llegar al interior del recinto, y tras un cacheo de colega (el tipo encargado de la tarea se limitó a darme una palmadita en la espalda), me colé por la patilla hasta la cocina sin darle la entrada a nadie. Uno es despistado por naturaleza, y mientras el encargado de revisar las entradas estaba entretenido con uno de mis acompañantes, yo me marché por la banda sin ni siquiera percatarme de la existencia del tipo. Nadie me detuvo, y de no ser porque no veía a mis amigos, me habría metido hasta el escenario sin fichar. Como uno ya está mayor para meterse a fugitivo (y menos en un recinto cerrado), me dio por volver y entregar mi ticket. Al fin y al cabo, ya lo había pagado. El aspecto al entrar a la cancha lo tenéis en la segunda foto. El ambiente era inmejorable.


Tras comprar algunas bebidas nos hicimos fuertes donde nos pareció más apropiado y allí nos quedamos a la espera de que sucediera algo, con las luces encendidas y la multitud acoplándose (en el buen sentido, aquello no era una bacanal) a nuestro alrededor. Me pareció entender que íbamos a tener a un grupo de teloneros, Roller no sé qué, pero no tuve el gusto de conocerlos porque, cuando las luces se apagaron, los que salieron fueron los Interpol, y la gente empezó a entusiasmarse. En general el comportamiento en la arena de nuestros vecinos fue muy correcto, sin empujones, reproches ni malos rollos. El ambiente seguía la personalidad de la banda. Los Interpol en directo son muy sobrios y educados. Entraron y tocaron sus canciones con una precisión y limpieza de estudio de grabación. Un poco a su rollo. Sin entusiasmarse, ni tirarse al público, ni realizar ninguna performance especial. Casi parecían niños buenos y todo. El que más se entregó fue Daniel Kessler (guitarra solista y coros), que se movía por el escenario dejándose llevar un poco más, no como Paul Banks (guitarra rítmica y voz prinipal), que es un tipo a lo Kurt Cobain, modosito y de flequillo inquieto. Tras cada canción, Banks agradecía al público los aplausos en perfecto castellano, y después de la cuarta canción, nos recordó con algo de acento mejicano que durante cuatro años él vivió en Madrid, un dato que ya teníamos en nuestro haber. Tocaron un buen repertorio durante hora y media entre los que incluyeron temas de todos sus discos, incluido el último. Los más celebrados fueron Evil y Rest my chemistry, aunque también con Slow hands y Not even jail la cosa se puso bastante caliente. Contra lo que yo creía, PDA no fue de sus temas mejor acogidos, aunque sí era uno de mis favoritos y que, por suerte, no faltó, aunque sí lo hicieron otros importantes: Pionner to falls (me parece que no la tocaron) y desde luego me dolió la ausencia de Stella was a diver, una auténtica lástima.


Alternaron canciones lentas y más movidas. No se trataba tampoco de uno de esos conciertos locos en los que la gente se mata a sudar y saltar. Ese no es su estilo. El nivel de edad debía rondar los treinta o veintitantos largos. La mayor pega, al menos desde la posición en que nos encontrábamos, era la calidad del sonido. No es que fuera muy nítido precisamente. Durante todo el concierto sufrimos un molesto pitido agudo que no aflojó en ningún momento. Espero que para el concierto de Kings of Leon del próximo 1 de diciembre, no tengamos que volver a pasar por ello. Para acabar os dejo unos vídeos (los que yo tomé son horribles) que he encontrado en YouTube. Agradecimientos a los autores/as.

(de los dos pavos, yo soy el menos feo, es decir, el de la izquierda)



3 comentarios:

  1. Ya ves... pedazo concierto, el sabado que viene me vengaré yo con Arcade.
    A mi la que mas me gusta de estos es c'mere

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  2. Cómo salta el Daniel...Grandes!!!!

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  3. Espero el reportaje de Arcade con fotos para el domingo, tío Javier. Dale duro y pasadlo celestial, joder.

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