20 junio, 2010

Reseña literaria: Rebelión en la granja, de George Orwell.

Título: Rebelión en la granja.
Nº de páginas: 178.
Cubierta: Rústica.
Precio: 6,95€.

Hablar de una obra como Rebelión en la granja es una cuestión difícil porque ha sido objeto de controversia y discusión a lo largo de todo el siglo veinte. No es mi intención analizar con más certeza que otros esta fábula, sino arrojar algo de luz sobre lo que significó su publicación y explicar un poco su importancia.

El señor Jones dirige su granja en la ignorancia de que sus animales están a punto de rebelarse. Ya están cansados de sus abusos. Jones los alimenta para que, al hacerse viejos e inservibles, los sacrifique. Explota su trabajo de tal forma que él se convierte en el único beneficiario de tal práctica. Los compra y vende, hace y deshace en sus vidas a su antojo, pero la situación está a punto de cambiar. Una coalición de cerdos encabezada por el Cerdo Mayor, que alienta e ilumina con sus candentes ideas al resto de animales, siembra la semilla del odio hacia el granjero. El día que el Cerdo Mayor es sacrificado, Snowball y Napoleón, los cerdos más destacados e inteligentes, llevan a cabo la revolución basándose en las conceptos que han aprendido. Expulsan al señor Jones y crean los preceptos sobre los que se fundará su república escribiéndolos en la pared del establo. Al principio todo marcha bien, mejor incluso que cuando el hombre estaba al frente de la granja Manor, pero pronto los cerdos, que se encargan del gobierno de la renombrada granja Animal, empezarán a modificar algunas cosas. Mi opinión, tras el salto.

(viene del salto)

Para empezar es conveniente señalar que Rebelión en la granja no es una obra complicada. Es un cuento sencillo, rebosante de sátira, tan fácil que hasta un niño podría entenderlo. Fue concebido como una crítica hacia el socialismo soviético, y se escribió durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, aunque fue publicado tras su conclusión. Tuvo que superar una fuerte oposición puesto que después del conflicto, soviéticos e ingléses quedaron como presuntos aliados (y enemigos no declarados: ten cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos) después de devorar entre ambos los restos del nazismo. La edición que yo he leído está prologada por Bernard Crick, que explica con mayor exactitud que yo todo lo que supuso su publicación original en lo que fue una bofetada en la cara contra muchas opiniones que en aquellos años contemplaban al socialismo como una opción válida para Inglaterra. Estuvo a punto de ser censurada, sobre todo porque la elección del cerdo para el papel del dictador socialista no resultaba una opción muy diplomática con los recientes aliados. La buena literatura ha de ser así, como una bofetada, una ataque a los cimientos de las ideas, y a tenor de las objeciones que suscitó, parece que George dio de lleno en el blanco. Huelga decir que fue totalmente prohibido en la URSS. Pero por encima de la crítica brutal al socialismo, lo que le da a este cuento una eco en la eternidad y hace que su mensaje siga respirando después de sesenta años, se debe en gran parte a su descripción sobre la corruptibilidad del ser humano. ¿Por qué será que las visiones pesimistas siempre aciertan?

George Orwell fue periodista y escritor, y vivió de primera mano muchos de los conflictos que asolaron el siglo veinte. Estuvo en Birmania, donde desarrolló un odio visceral hacia el imperialismo británico; participó en la Guerra Civil española desde Cataluña, defendiendo la República, y durante esta etapa escribió su Homenaje a Cataluña. Más tarde trabajó como reportero de la BBC en la Segunda Guerra Mundial. Murió a los 46 años de una tuberculosis, enfermedad que había contraído durante sus años de indigencia en Francia. Publicó multitud de ensayos y diarios, pero sobre todo se le conoce por esta novela y su 1984, donde se introdujo por primera vez la infame figura del Gran Hermano, y que acabó por crear el calificativo de orweliano para referirse al tipo de dictaduras que aparecen en sus libros. De convicciones socialistas, aunque contrario a toda forma de totalitarismo, fue militante del partido Independiente Laborista. Es reconocido como uno de los principales escritores en lengua inglesa del siglo XX.



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